Judit 3:1 Entonces le enviaron embajadores para tratar de paz, diciendo: 3:2 He aquí, nosotros los siervos de Nabucodonosor el gran rey yacemos delante El e; úsanos como te parezca bien. 3:3 He aquí nuestras casas y todos nuestros lugares, y todos nuestros campos de trigo, y ovejas y vacas, y todas las cabañas de nuestras tiendas yacen delante de tu faz; úsalos como te plazca. 3:4 He aquí, nuestras ciudades y sus moradores son tus siervos; ven y trátalos como bien te parezca. 3:5 Entonces los hombres vinieron a Holofernes, y le declararon de esta manera. 3:6 Entonces descendió hacia la costa del mar, él y su ejército, y se puso guarniciones en las ciudades altas, y sacó de ellas hombres escogidos para su ayuda. 3:7 Y ellos y toda la tierra de alrededor los recibieron con guirnaldas, con danzas y panderos. 3:8 Sin embargo, derribó sus fronteras, y cortó sus bosques, porque él había decretado destruir todos los dioses de la tierra, para que todas las naciones adorar solamente a Nabucodonosor, y que todas las lenguas y tribus llamen sobre él como dios. 3:9 También pasó frente a Esdraelón cerca de Judea, frente al gran estrecho de Judea. 3:10 Y acampó entre Geba y Scythopolis, y se detuvo allí un todo el mes, para juntar todos los carruajes de su ejército.