2 Esdras
9:1 Entonces me respondió, y dijo: Mide el tiempo con diligencia en
mismo: y cuando veas parte de las señales pasadas, que te he dicho
ti antes,
9:2 Entonces entenderás que es el mismo tiempo en que el
Altísimo comenzará a visitar el mundo que él hizo.
9:3 Por tanto, cuando se vean terremotos y alborotos del pueblo
en el mundo:
9:4 Entonces entenderás bien que el Altísimo habló de aquellos
cosas desde los días que fueron antes de ti, aun desde el principio.
9:5 Porque así como todo lo que se hace en el mundo tiene un principio y un fin,
y el fin es manifiesto:
9:6 Así también los tiempos del Altísimo tienen claro comienzo en maravilla
y obras poderosas, y terminaciones en efectos y señales.
9:7 Y todo aquel que se salve y pueda escapar por su
por las obras y por la fe en que habéis creído,
9:8 Seré preservado de dichos peligros, y veré mi salvación en
mi tierra y dentro de mis términos; porque los he santificado para mí desde
el principio.
9:9 Entonces serán afrentados los que ahora han ultrajado mis caminos, y
los que los han desechado afrentamente habitarán en tormentos.
9:10 Porque los que en su vida han recibido beneficios, y no me han conocido;
9:11 Y los que aborrecieron mi ley, mientras aún tenían libertad, y cuando
les estaba abierto un lugar de arrepentimiento, no lo entendieron, pero
lo despreciaba;
9:12 El mismo debe saberlo después de la muerte por dolor.
9:13 Por tanto, no te preguntes cómo será castigado el impío, y
cuándo: pero preguntad cómo se salvarán los justos, de quién es el mundo,
y para quien el mundo es creado.
9:14 Entonces respondí y dije:
9:15 Lo he dicho antes, y ahora lo hablo, y lo diré también después de esto:
que sean muchos más los que perecen, que los que han de
ser salvado:
9:16 Como mayor es la ola que la gota.
9:17 Y él me respondió, diciendo: Como es el campo, así es la semilla;
como son las flores, así son también los colores; como es el obrero,
tal es también la obra; y como el labrador es él mismo, así es su
también la labranza: porque era el tiempo del mundo.
9:18 Ahora bien, cuando yo preparaba el mundo, que aún no estaba hecho, aun para ellos
habitar en lo que ahora vivo, nadie habló contra mí.
9:19 Porque entonces todos obedecían; pero ahora las costumbres de los que son creados
en este mundo que está hecho, son corrompidos por simiente perpetua, y por
ley que es inescrutable deshacerse de sí mismos.
9:20 Consideré, pues, el mundo, y he aquí, había peligro a causa del
dispositivos que entraron en él.
9:21 Y lo vi, y lo perdoné mucho, y me guardé una uva de la
racimo, y una planta de un gran pueblo.
9:22 Que perezca, pues, la multitud que en vano nació; y deja mi uva
guárdense, y mi plantío; porque con mucho trabajo lo he perfeccionado.
9:23 No obstante, si cesares aún siete días más, (pero
no rápido en ellos,
9:24 Entrad, pues, en un campo de flores, donde ninguna casa haya sido edificada, y comed sólo
las flores del campo; no prueben carne, no beban vino, pero coman flores
solo;)
9:25 y orar al Altísimo continuamente, entonces vendré y hablaré con
El e.
9:26 Fui, pues, al campo que se llama Ardat, como él
me ordenó; y allí me senté entre las flores, y comí del
hierbas del campo, y la carne de lo mismo me satisfizo.
9:27 Después de siete días me senté sobre la hierba, y mi corazón se angustió dentro de mí,
como antes:
9:28 Y abrí mi boca, y comencé a hablar delante del Altísimo, y dije:
9:29 Oh Señor, tú que te manifiestas a nosotros, fuiste manifestado a nuestros
padres en el desierto, en un lugar donde nadie pisa, en un lugar árido
lugar, cuando salieron de Egipto.
9:30 Y hablaste diciendo: Escúchame, Israel; y toma nota de mis palabras, simiente
de Jacob.
9:31 Porque he aquí, yo sembré mi ley en vosotros, y en vosotros dará fruto, y
seréis honrados en él para siempre.
9:32 Pero nuestros padres, que recibieron la ley, no la guardaron, y no observaron
tus ordenanzas; y aunque el fruto de tu ley no pereciera, ni
podría, porque era tuyo;
9:33 Mas los que lo recibieron perecieron, por cuanto no guardaron lo que
fue sembrado en ellos.
9:34 Y he aquí, es costumbre que cuando la tierra haya sido sembrada, o el mar
un barco, o cualquier recipiente de comida o bebida, que, habiendo perecido en donde
fue sembrado o echado en,
9:35 También lo que fue sembrado, o echado en él, o recibido, no
perece, y no permanece con nosotros: pero con nosotros no ha sucedido así.
9:36 Porque nosotros que recibimos la ley perecemos por el pecado, y nuestro corazón también
que lo recibió
9:37 Sin embargo, la ley no perece, sino que permanece en su fuerza.
9:38 Y cuando dije estas cosas en mi corazón, miré hacia atrás con mis ojos,
y al lado derecho vi a una mujer, y he aquí, ella se lamentaba y lloraba
a gran voz, y se entristeció mucho de corazón, y sus vestidos estaban
rasgó, y ella tenía ceniza sobre su cabeza.
9:39 Entonces dejé ir mis pensamientos en que estaba, y me volví hacia ella,
9:40 y le dijo: ¿Por qué lloras? ¿Por qué estás tan afligido en
tu mente?
9:41 Y ella me dijo: Señor, déjame, para que me llore a mí misma, y
añadir a mi dolor, porque estoy muy afligido en mi mente, y traído muy
bajo.
9:42 Y le dije: ¿Qué te pasa? dime.
9:43 Ella me dijo: Yo tu sierva he sido estéril, y no he tenido hijo,
aunque tuve marido treinta años,
9:44 Y aquellos treinta años no hice otra cosa de día y de noche, y cada hora,
pero haz mi oración al Altísimo.
9:45 Después de treinta años Dios me escuchó a tu sierva, miró mi aflicción,
considerado mi problema, y me dio un hijo; y me alegré mucho de él, así que
era también mi marido, y todos mis vecinos; y le dimos gran honor
al Todopoderoso.
9:46 Y lo alimenté con grandes dolores.
9:47 Y cuando creció, y llegó el tiempo de tener mujer, yo
hizo una fiesta.